viernes, 30 de marzo de 2012

Jornadas académicas de edición

En el marco de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, la carrera de Edición de la Universidad de Buenos Aires organizó estas Jornadas académicas de edición.
Ahí estuve hablando del mercado de los libros infantiles y juveniles.

jueves, 29 de marzo de 2012

La feria de los grandes





(Breve reflexión -tal vez demasiado personal y muy llena de paréntesis y parentéticas- de mi visita a la Feria del libro de Bolonia.)

Me tocó ir por segunda vez a la Feria de libros infantiles de Bolonia. La primera, el año pasado, en el marco de mi visita a la Internationale Jugenbibliothek (sobre lo que todavía debo relato de la experiencia).
(Esta es una de las pocas fotos que sobrevivió, un patio entre pabellones. Mi cámara sufrió algún tipo de colapso nostálgico y se tildó un día, a mitad del viaje, y casi todos los archivos jpg que bajé dan error.)
En la web, hay varias noticias en español sobre la experiencia de la feria. Ana Garralón preparó este año un muy interesante apunte de consejos para ilustradores, y el año pasado un comentario sobre su visita. (Los dos se encuentran en su página anatarambana.)
Por mi parte, primero, repito lo que ya he dicho en otras ocasiones: tengo una especial debilidad por las ferias. Sé que en general todo el mundo se estresa, se agota, se satura. Y es cierto, todo eso también me pasa. Pero a la vez las ferias -y esta en particular que es la más específica del asunto- me provoca una especie de cosquilleo interior, de entusiasmo desmedido sobre el mundo de los libros. Y es que ver a toda esa gente, todos profesionales de diferentes rubros pero trabajando alrededor del libro infantil y juvenil, todos los proyectos -los publicados y los inéditos-, el intercambio de ideas, la cantidad de lenguas, de estilos, las muestras, los eventos hablan de un mundo vivo, de mucha gente ocupada en que siga habiendo libros y por lo tanto lectores. Y eso siempre me resulta un pensamiento amable.
Por otro lado, confieso que la parte de abrumarse es mayúscula también. Da la sensación de que es un mundo inabarcable. De que si uno está en un lugar, se está perdiendo veinte cosas en otro. Pero, ¿no es siempre en realidad así la vida? Al principio, o por momentos, cuesta amigarse con esa idea. Pero si uno la deja fluir y aprovecha lo que hay a la mano, siempre es enriquecedor, por supuesto. Supongo que esta idea sirve para la vida en general, claro.
Otra cosa que me pasó esta feria -y ya lo dice el saber popular: "uno encuentra lo que busca", y Abelardo Castillo con mucha elegancia- es que en un punto me sentí desolada porque me parecía todo igual, todo repetido, todo ya conocido. Un estilo de ilustración de moda, la misma paleta de color en todos lados, ningún libro original, ninguna historia que me llamara la atención, nada que no hubiera visto más o menos antes, o en otro stand más allá al menos. Entonces me acordé de algo que aprendí hace un tiempo (y que hasta ahora creo que no había puesto muy en práctica) de una amiga ilustradora: "look again". (Ella no lo dijo con esas palabras, y ni siquiera debe haber notado que me lo enseñó, pero el mensaje era ese.) Y volví a recorrer la feria mirando de vuelta, mirando mejor, tratando de ver no lo que ya sabía que había si no lo que no conocía de antemano. Y fue una experiencia por demás interesante, me acerqué a cosas nuevas, amplié un poco mi marco*. (Y sí, también supongo que esta idea sirve para la vida en general.)
Por último, apelando a otra cita que me es querida -"La muchedumbre es como un bosque; le pone a uno en su lugar, le reencaja." de Miguel de Unamuno, en Niebla-, tanto el año pasado como este la feria me despierta algunos sentimientos encontrados con respecto al lugar de la literatura argentina -y también latinoamericana- con respecto del resto del mundo. (Me cuesta un poco poner en palabras esta idea, pero intentaré.) Si bien la feria es claramente un lugar para hacer negocios, y es cierto que los ya poderosos son los que mandan en los negocios, es notorio cómo hay países y regiones, en donde distintas empresas o instituciones se juntan para dar a conocer su capital simbólico -y a la vez promover los negocios, por supuesto- y es notoria la falta de coordinación -por llamarlo de alguna forma-, la pérdida de la ocasión, también podría decirse, de Argentina, por lo menos, por ser el ejemplo que más conozco. Se hacen esfuerzos y se participa, pero es mucho más -y por no tanto más esfuerzo y/o dinero- lo que se podría hacer, lo que habría que hacer. Sé que hay comisiones y gente interesada en avanzar con esto y ojalá que suceda pronto, que el año que viene sean más visibles, en ese mar inmenso de libros, todos los buenos libros, editores y autores locales. Y lo digo -yo que suelo ser en muchos sentidos una negada al patriotismo, y mucho más al patriotismo literario (que creo que hay que leer cosas de todo el mundo y que entiendo la lengua literaria en todo caso como la voz particular de cada autor, y eso me importa mucho más que la nacionalidad y la bandera)- con la convicción de que hay obras increíbles que dar a conocer desde este rincón del mundo. Y justamente tal vez porque a mí me gusta conocer, leer y disfrutar autores de cualquier nacionalidad, creo que hay muchos libros valiosos que por estas condiciones -o falta de condiciones más bien- se pierden oportunidades de ser leídos en otros puntos del planeta. Son muchas las variables en juego para esto, claro, pero es cuestión de ponerse en marcha, en muchos sentidos también. Y en un sentido más indirecto tal vez, que es el de abrir el juego: incorporar autores de otros lados a nuestros catálogos, hacer circular las voces, cuidar las traducciones, aceptar y reconocer otras formas de uso de la lengua, de contar historias, y entonces también ofrecer las que tenemos a mano para que circulen más allá de lo local. Cada buen libro que circule para acá o para allá tiene que ser una bandera en sí, para el territorio de los lectores que somos y que queremos que sean los chicos. Entiendo que está abierta la puerta para esto, ojalá la vayamos cruzando.

*Vale una aclaración sobre esto, por una conversación que seguimos en Twitter con Germán Machado, hablo de lo conocido y lo repetido y son dos conceptos diferentes. Hay un montón de cosas repetidas, y otras que no son repetidas pero que yo ya conocía. Sellos que tienen su propia línea, muy distiguible del resto, pero que para mí no eran nuevos, y sí me pasó que esta vez veía todos sus libros iguales entre sí. Demasiado iguales en algunos casos. Entonces el desafío era ver más allá de estas cosas o que ya conocía o que me eran repetidas a lo de siempre y buscar si había algo nuevo para mí al menos.

Y una posdata: una cosa buena que tiene esta feria -y supongo que todas- es que permite el negocio y el encuentro a muchas escalas. Y eso es valioso y destacable. Lo quiero aclarar, porque hablé de los negocios de las/los "grandes", pero es muy notorio como se da la posibilidad de reunión y acercamiento desde editores de proyectos pequeños, escritores e ilustradores con cosas nuevas, que nunca han mostrado nada incluso, a las reuniones de las grandes ligas, gigantes editores, licencias millonarias. Todo tiene lugar bajo el mismo techo y hay lugar para todo.