domingo, 29 de julio de 2012

Reflexión (no tan) al paso

Estoy viendo un documental sobre diseño industrial. Un diseñador dice: "lo que me preocupa hoy es la arbitrariedad y la falta de profundidad de las cosas que están saliendo al mercado (...) Tenemos demasiadas cosas innecesarias por todas partes" y luego habla de las características de un buen diseño y la última que señala es que "debería ser tan poco diseño como sea posible". 

Y yo no dejo de pensar que su trabajo es tan parecido a la tarea del editor.


*El documental en cuestión es Objectified, de Gary Hustwit. Muy recomendado. 

miércoles, 18 de julio de 2012

Encuentro de profesionales de los libros infantiles y juveniles

Se llevó a cabo el Sexto encuentro de profesionales de libros infantiles y juveniles en la 22 Feria del Libro Infantil y Juvenil, de Buenos Aires, los días 16 y 17 de julio de 2012.
Participé de la comisión organizativa y creo que quedamos contentos con los resultados.
En este link de la Fundación El Libro hay material para descargar del encuentro, y aquí en Facebook algunas fotos para mirar.

Acá estamos con cara de cansancio y misión cumplida, junto a Violeta Noetinger, editora de Alfaguara y compañera de comisión.

lunes, 16 de julio de 2012

Escuchar

Eduardo Abel Gimenez y Mario Méndez
El Programa Bibliotecas para armar realiza cada año una serie de lecturas de la obra de escritores de literatura infantil y juvenil, y luego los invita a una entrevista pública, coordinado todo por el escritor y editor Mario Méndez. En este sitio está toda la actividad del programa y las desgrabaciones de entrevistas y otras actividades.
Estuve la noche del 16 de julio, en la entrevista de lujo a Eduardo Abel Gimenez y aquí está la desgrabación.

miércoles, 4 de julio de 2012

Breve panorama del mercado actual...

...de los libros infantiles y juveniles en la Argentina

(Una primera versión de este artículo fue realizada para la Conferencia Editorial, organizada por Opción Libros en septiembre de 2011, y forma parte de un proyecto de investigación más extenso alrededor de la historia de la edición de libros para niños y jóvenes en la Argentina, que surgió a partir de mi estadía en la Internationale Jugendbibliothek de Munich, entre mayo y junio de 2011. Una versión más cercana a esta fue publicada en el n° 99 de la revista española Peonza, de diciembre de 2011).  


Li(j)era introducción
En medio de la crisis financiera que viene afectando con mayor o menor intensidad muchos mercados, incluido el editorial, el sector del libro infantil y juvenil en la Argentina parece, por el contrario, encontrarse en un período sostenido de expansión y crecimiento.
Me gustaría abordar esta cuestión a partir de la mirada del trabajo editorial.
Para comenzar, la mejor opción a la hora de analizar un mercado es tomar cifras de ventas, cantidades de títulos publicados año a año, sellos editoriales, información sobre los volúmenes de negocios, hacer estadísticas y proyecciones y observar desde los números las tendencias y el estado de la situación. Pero lamentablemente, en la Argentina (y en general en Latinoamérica), esos datos prácticamente no existen y, cuando existen, no son públicos en su totalidad.
Entonces no queda otra opción que apelar a la experiencia y observación de quienes trabajamos en este campo para plantear un panorama y abrir la posibilidad de reflexión.
Repasemos los datos que sí tenemos a través de la Cámara Argentina del Libro (a dic. de 2011). Según los registros de ISBN encontramos que en 2005 se publicaron 918 de títulos bajo la categoría de libros para niños y jóvenes. En 2008, 1269 títulos y en 2009 (última información disponible en el sitio web de la CAL), 2699.
Desde el CEDEM (Centro de Estudios para el Desarrollo Económico Metropolitano) encontramos algunas diferencias, pero con la misma tendencia: en 2007 se registran 1715 títulos, en 2008 baja a 1240 y luego 1592 en 2009 y 3368 en 2010.
Sería muy útil contar con información detallada: porcentaje de los libros para niños dentro del volumen total de producción (se calcula aproximadamente un 18% en unidades y un 13% en títulos), cantidad de sellos especializados o no, colecciones, tipos de libros, tiradas, reimpresiones, traducciones, etc. pero los datos no están clasificados. Y tampoco se consigue mucha información histórica, de años anteriores.
De todas formas, solamente con esta fuerte tendencia en alza de la cantidad de títulos publicados se ve reflejada en una sensación casi vertiginosa de la pasada década acerca del crecimiento del sector. Aunque no haya cifras de ventas se puede suponer que si se imprime cada vez más cantidad de libros es porque hay un mercado disponible y receptor de este material. Pero tal vez lo más llamativo es el crecimiento de editoriales y sellos dedicados a los libros para niños y jóvenes. 

Explosión “sellográfica”
Durante los últimos diez años se viene dando un fenómeno bastante notorio de surgimiento de nuevas editoriales. Entonces no solo hay mayor cantidad de títulos editados, hay muchos más sellos editoriales dedicados a los libros para chicos. Y estos pequeños proyectos que publican libros para chicos con exclusividad conviven ¿pacíficamente? con los grandes grupos editoriales que tradicionalmente lideraron el mercado.


Por un lado, tenemos sellos históricos e instalados desde hace tiempo, empresas nacionales como Ediciones de la Flor, Sigmar y Colihue, que cuentan con colecciones infantiles desde hace más de treinta años (Sigmar festejó ya sus setenta años). También hay sellos de las grandes editoriales que forman parte de grandes grupos internacionales, como la ya clásica colección de Alfaguara de literatura infantil y juvenil, las colecciones de Sudamericana (hoy RHM, con sus sellos Primera Sudamericana y Sudamericana Joven), como Pan Flauta o Los caminadores, y Torre de Papel y Zona Libre de Grupo Editorial Norma, a los que además se suman los lanzamientos internacionales (de las casas matrices de estas empresas), como la serie Crepúsculo (Alfaguara), o los libros de los sellos Montena o Beascoa, que vienen de RHM España.
Por otro lado, hay un asombroso creciente número de editoriales pequeñas (muy pequeñas a veces, hasta unipersonales) que se lanzan al mercado con exclusiva dedicación a los libros infantiles. Por nombrar solo algunas: Iamiqué, Libros del Eclipse, Calibroscopio, Comunicarte, Amauta, UnaLuna, Abran Cancha, Pequeño Editor, La Brujita de Papel, Pictus, Libros del náufrago, RiderChail,  Hola Chicos, Del naranjo, La Bohemia, Lúdico, Arte a babor, infantil.com, Letra impresa... y se siguen sumando casi mes a mes. Ninguna de estos proyectos existía en el año 2000. 
Y también llegaron a la Argentina casas editoriales que ya estaban instaladas en España o en países de Latinoamérica y que hasta entonces solo contaban con distribución, no del todo fluida, y ahora incluso editan colecciones localmente y se ubican como referentes para premios, autores, etc. Pienso en SM, en Edelvives, y otras que aún no editan localmente, como Océano o Fondo de Cultura, pero que cada vez van logrando mayor posicionamiento en ferias, librerías, actividades y eventos, y sumando autores argentinos a sus colecciones. Y, además, por último, se incorporan editoriales que se dedicaban solo a líneas de adultos, y que incluyen planes de libros infantiles y se posicionaron en el medio, como El gato de hojalata, de Guadal, Pípala, el sello infantil de Adriana Hidalgo, o Uranito, el sello infantil de Urano, por nombrar algunas.


Los caminos de los libros
Con esta proliferación de títulos de libros dedicados a niños y jóvenes se reflejan al menos dos aspectos que crecen al ritmo. Por un lado, el sector de ventas en los locales. Las librerías tienen que hacer lugar para albergar estos libros, pero no solo de agregar mesas se trata: cada vez más son las librerías que cuentan con rincón infantil y mesas o sectores juveniles. De a poco, estos libros ganan su espacio especializado y acompañado de actividades de promoción de la lectura. Cada vez más, aunque falta -siempre- mucho camino por recorrer, los libreros reconocen que requieren un tratamiento especial para recomendar y acompañar las ventas de libros infantiles.
El otro aspecto que crece, entre tanta oferta, es el de la selección y recomendación: hace unos años, Imaginaria era pionera en publicaciones virtuales en español sobre el tema. Hoy en día, blogs, facebook y twitter permiten un amplio acceso a las reseñas y recomendaciones “de boca en boca”. Y es que de alguna forma hay que elegir entre tantos títulos destacados. Publicaciones en papel, como Etruria o Cultura LIJ también aparecieron en los últimos años.
Por otro lado, un reclamo constante de parte del sector es lo poco permeable que es la crítica de suplementos de diarios y revistas, de literatura o de libros en general, para incorporar a los lanzamientos infantiles y juveniles dentro de sus noticias y reseñas. Salvo excepciones y ocasiones (feria del libro, Navidad, día del niño) es difícil encontrar artículos que propongan lecturas dentro de los suplementos y secciones de cultura. Y, si se encuentran, es difícil que alcancen la calidad de crítica que se les dedica a otro tipo de libros. La crítica especializada se reserva a ámbitos más exclusivos y las publicaciones masivas no pasan de breves reseñas o recomendaciones por edades.
De la mano de esto es necesario nombrar también las capacitaciones disponibles. Hace diez años no era fácil encontrar cursos, talleres, jornadas, al menos no como hay hoy que la agenda abunda en encuentros, congresos y eventos de capacitación y reflexión, tanto sobre literatura en sí, ilustración, promoción de la lectura dedicados a distintos sectores, como autores, diseñadores, bibliotecarios y docentes, pero también espacios de formación para libreros, editores, promotores. Incluso hay varios talleres literarios dedicados especialmente a la escritura para niños.
Mientras tanto, también se han afianzado instituciones relacionadas con los libros infantiles. Y hay gran cantidad de concursos, de distinta envergadura, para autores de habla hispana, aunque aún hay pocos reconocimientos a libros publicados, con lo que se puede suponer que se trata de tentar o descubrir autores y prestigiar sellos y colecciones más que de reconocer la profesionalización del sector editorial. 

Crecimiento ¿desmedido?
Ahora bien, ¿en qué momento pasamos de hablar de oferta a hablar de sobreoferta?
Y por supuesto que no tengo una respuesta para esto, solo dejar planteado el tema, en el mejor de los casos como un llamado de atención sobre nuestro trabajo editorial. Como todos sabemos, en nuestro ámbito, salvo algunos casos y algunas editoriales que realizan políticas de exclusividad con ciertos autores, los autores se comparten (contratan su obra y publican con diferentes editoriales a la vez). Entonces, cabe preguntarse en medio de esta proliferación de sellos y colecciones, cuáles son las que verdaderamente plantean una nueva línea, o al menos una línea diferenciada del resto, posicionándose con alguna particularidad en el mercado y cuáles son las que buscan repetir fórmulas, con más o menos éxito.

Abrir la puerta a nuevos interrogantes
A pesar de esta oleada de novedades en el mercado argentino, hay un tema que se mantiene sin demasiados cambios: siguen predominando los autores locales. Pocas traducciones y pocos autores del resto de Latinoamérica y de España (salvo, como ya nombramos, las importaciones dentro de los grandes grupos).
Por otro lado, el área de los libros infantiles no es impermeable a las preguntas de rigor de estas épocas: ¿qué pasa con el futuro del libro y de los lectores? ¿De qué manera los nuevos dispositivos de lectura modificarán los hábitos y el mercado? 

La mayoría de edad
Creo que este floreciente panorama, dentro de todo, del mundo de los libros para niños y jóvenes en la Argentina nos permite ubicarnos en un lugar de mayoría de edad. Ya no es necesario discutir si existe una literatura para niños, si la literatura debe enseñar, etc. como se discutía en los incipientes congresos de hace quince, diez años o no tan atrás en el tiempo. Nos permite madurar como campo y apuntar a una proyección local e internacional (que falta y cómo). Nos permite también cuestionarnos asuntos de otra índole, como ya nombré algunos, acerca de la (¿tal vez?) excesiva cantidad de títulos demasiado parecidos, de la homogeneización de algunos modelos y de la repetición de fórmulas, cuáles son las herramientas que las editoriales, los especialistas, los libreros ofrecen o tienen para navegar en este mar superpoblado de obras. En cualquier caso, es bueno poder hacerse estas preguntas para ir afinando la puntería, desde el trabajo de todos los actores: autores, editores, libreros, maestros y bibliotecarios, especialistas, críticos.
Creo que los tiempos de abundancia tienen que servir para aprender a seleccionar mejor, a distinguir y decantar entre lo que va a perdurar en el tiempo, lo que queremos que perdure en el tiempo y lo que son modas pasajeras y nada más. Aunque muchas veces sean un buen negocio en términos comerciales, claro.
Creo que nuestro trabajo es uno de los lugares privilegiados para pensar en estos temas relacionados con la circulación de los libros para chicos, la promoción de la lectura, el lugar de la infancia. El mercado muchas veces tiene unas leyes, pero este es un espacio en donde nos podemos permitir reflexionar en términos de campo, de área, no solo porque permite abarcar otras cuestiones, si no porque, al menos para mí, es imposible pensar en este negocio de los libros para chicos sin pensar en la importancia -por encima de todo, de cualquier otra cosa- de la formación de lectores críticos, de los lectores que somos y de los lectores que queremos que se sumen.